Una
flor gigante nació en medio de la calle. Se abrió paso a través del burdo
pavimento. Nadie sabía su nombre. Nadie supo quien la plantó. Un aroma
suave y dulce se percibía a decenas de metros. Se necesitaban ocho personas
tomadas de la mano para rodearla. Su belleza contrastaba con las construcciones
grises y el pavimento negro. Solo el alba competía con lo extraordinario de esa
mañana.
La
gente se arremolinaba en derredor de la planta. Los más afortunados
consiguieron ver la flor; los menos solo escucharon rumores de lo sucedido.
Un
naturalista vino y dijo:
-La
nombraré Bellis Perennis Titanum.
El
alcalde vino y dijo:
-De
acuerdo al uso de suelo, este arbusto obstaculiza nuestros planes de
crecimiento urbano; ordenaré que sea removido de inmediato.
Los
defensores de la naturaleza aparecieron; formaron un círculo en derredor de la
planta y dijeron:
-Impediremos
que sea destruida, ¡no nos moveremos!
Un
diputado, que por casualidad pasaba por ahí, dijo a la multitud:
-Será
mi propuesta ante al congreso, para que sea incluida dentro de las
especies amenazadas. Yo si escucho al pueblo.
Los
automovilistas dijeron:
-Liberen
el tráfico.
Los
reporteros redactaron sus notas: "Ecologistas protestan de nuevo"
"Polémicas declaraciones del alcalde" "Diputado se destapa para
gobernador" "Caos vial en la ciudad" etc.
En
medio de la confusión, la flor liberó polen, mismo que se esparció en distintas
direcciones sin que nadie lo notara. Pronto empezó a marchitarse. Nadie
pareció importarle. Tal vez el polen producía una alergia muy particular
o, la explicación más probable, es propio de la flores gigantes:
nacer, crecer, florecer y marchitarse todo en cuestión de minutos; tal
vez horas.
Era
un fenómeno digo de admirarse. Del brote se desprendían pétalos marchitos; la raíz
y el tallo empezaron a desquebrajarse. Se formó un remolino muy fuerte; sus
vientos terminaron por barrer la mata reseca. En el lugar que ocupaba la raíz,
solo quedo un boquete más. Ninguno de los presentes daba indicios de ser consciente
de lo sucedido.
De
pronto alguien dijo:
-Tanto
alboroto por un bache; ni es tan grande.
La multitud
se dispersó. Los automovilistas avanzaron de forma desesperada. Los hundimientos
han aumentando exponencialmente; todos lo atribuyen a la mala calidad del
material con que fue construido el pavimento y a la nula acción del
alcalde para remediarlo.
Solo los rumores siguieron
extendiéndose: "Los ecologistas siempre protestando..." "Quien
atenderá el problema de los baches..." "¿Flores en la calle? estos reporteros..."
"Apoyemos al diputado para gobernador..."
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